Existe en Sevilla un templo consagrado a la cerveza. La Cervecería Internacional ofrece referencias cerveceras de distintos orígenes del planeta.

En concreto, más de 250 marcas de todo el mundo. Este dato es de por sí alentador para todo cervecero que se precie, pero la Internacional añade dos suculentos alicientes a su colosal registro de cervezas. El primero es su decoración, protagonizada por una exposición de botellas de las distintas firmas que sirve la casa. No hay muchos alardes y sí múltiples referencias al zumo de cebada. No hay sillas, sí algunos taburetes y, sobre todo, el ambiente propicio para saborear esta bebida.

La segunda aportación a la abrumadora relación de cervezas del mundo es la gastronomía que ofrece para acompañarlas. Se pueden consumir cervezas alemanas, belgas, checas, francesas, irlandesas, inglesas, españolas (estos siete destinos son los principales de la Internacional), así como de otros países, rarezas como las cervezas de fresa, de melocotón, de frambuesa o de chocolate, cervezas en botella o de tirador (tienen 15 grifos de las primeras marcas europeas).

En cambio, su cocina tiene un marcado carácter casero, centrado en tapas variadas, y especializada en viandas tan cercanas como la ensaladilla de gambas, las fabes caseras, los garbanzos con bacalao, la costilla de cerdo ibérico en adobo y la merluza en salsa de almendras. Todo ello a un precio razonable, con lo que acceder al mercado internacional de la cerveza y experimentar la forma de entender esta bebida en otros rincones del mundo, supone un reto accesible que se puede condimentar con un entorno propicio y una socorrida carta de tapas.

Texto y fotos por Miguel Galán